Nuestra empresa

Reconocimiento de las culturas indígenas

Existen más de 370 millones de miembros de pueblos indígenas viviendo alrededor del mundo en 90 países, quienes poseen derechos, culturas y vínculos con la tierra que son únicos. Diez de las 12 operaciones de Teck en Canadá, Chile y Estados Unidos, y la mayoría de nuestros proyectos de exploración y desarrollo se encuentran dentro de los territorios de pueblos indígenas o adyacentes a estos. Aquí, nos honra que cuatro pueblos indígenas con los cuales Teck trabaja de cerca (Ktunaxa, Fort Chipewyan Métis, Iñupiat y Aymaras) compartan con nosotros parte de su historia, cultura y tradiciones, para ayudar a fomentar una mayor concientización y entendimiento.


Los Ktunaxa

El pueblo Ktunaxa es un grupo indígena y lingüístico distintivo que ha ocupado y protegido históricamente su tierra al mismo tiempo que vive en equilibro con la naturaleza. Preservar su cultura sigue siendo de mucha importancia actualmente, pero también lo es integrarlos con las comunidades dentro y alrededor de su territorio, lo cual abarca la zona sureste de Columbia Británica, la zona suroeste de Alberta y partes de Washington, Idaho y Montana occidental. 

“Nuestra tierra natal realmente define quiénes éramos y quiénes somos hoy; tenemos la enorme responsabilidad de asegurar que este lugar continúe existiendo para las futuras generaciones de los Ktunaxa, al igual que para los no Ktunaxa, porque hemos estado aquí desde el momento que consideramos como nuestra creación”, señala Kathryn Teneese, Presidenta del Consejo de la Primera Nación Ktunaxa..



Región Kootenay de Columbia Británica, donde el territorio Ktunaxa abarca 43.200 kilómetros cuadrados.

Los Ktunaxa, conocidos también como los Kootenai o Kootenay, han ocupado su tierra durante más de 10.000 años. El área del valle Elk es el hogar principal de la rama más oriental del pueblo Ktunaxa, que está estrechamente vinculada con las familias que viven en lo que ahora es Tobacco Plains. Adicionalmente, existen otras tres comunidades Ktunaxa en Canadá cerca de Windermere, Cranbrook y Creston. 

Durante su larga historia, el pueblo Ktunaxa ha gozado de la abundancia natural de la tierra, emigrando estacionalmente por todo su territorio para seguir los ciclos de la vegetación y la caza. Los alimentos, la medicina y el material para vivienda y ropa eran todos tradicionalmente obtenidos de la naturaleza.

“La percepción de nuestra identidad parece estar limitada a los 150 años desde que tuvimos contacto con los colonizadores europeos y esa es una concepción muy errónea”, destaca Kathryn. “Debemos intentar descubrir cómo avanzar juntos de una manera que tenga sentido, pero que reconozca y acepte que tenemos una identidad y vinculación únicas con nuestra tierra natal que nadie más tiene realmente”. 

La Primera Nación Ktunaxa está logrando esto educando y apoyando a sus vecinos, todo al mismo tiempo que establecen relaciones y desarrollan oportunidades económicas para su pueblo. El trabajo realizado en la mesa directiva está orientado por la declaración de visión del grupo que celebra la identidad cultural, las colaboraciones y la gestión de tierras y recursos de manera autosuficiente. 

Un idioma distintivo

Uno de los hechos más fascinantes sobre los Ktunaxa es que su idioma es uno aislado, lo que significa que es único en su tipo y no está relacionado con ningún otro idioma en el mundo. Actualmente está en peligro de desaparecer, ya que la cantidad de personas que lo hablan con fluidez continúa disminuyendo. “Para garantizar que el idioma sobreviva, el pueblo Ktunaxa está preservando los conocimientos existentes con la ayuda de la tecnología”, comenta Jesse Nicholas, Gerente de Comunicaciones del Consejo de la Primera Nación Ktunaxa, que se encuentra en Cranbrook. 

“Tenemos una serie de iniciativas en nuestra comunidad y a nivel de la Primera Nación Ktunaxa (órgano rector)”, agrega Jesse. “Contamos con aplicaciones lingüísticas, teclados que pueden utilizarse para mensajería y fuentes de teclado en nuestros computadores, los cuales enviamos a nuestros asociados también, de modo que cuando estemos intercambiando correspondencia y exista un término Ktunaxa específico, nuestros asociados puedan utilizar el teclado para garantizar que sea los más reflexivo posible”. 

Pero sus ancianos continúan siendo su mayor recurso, concluye, destacando que el último censo comunitario informó que en Canadá quedan menos de 20 personas que hablan Ktunaxa con fluidez, un nivel considerado en peligro extremo de desaparición.

“Estamos haciendo todo lo posible por preservar nuestro idioma”, comenta Jesse, quien confía en que su pueblo tenaz logre hacerlo con éxito. “Los Ktunaxa han estado aquí por más de 10.000 años y no nos iremos a ninguna parte”.

En mayo de 2016, Teck firmó un acuerdo de beneficios y gestión de impactos con el Consejo de la Primera Nación Ktunaxa que está creando numerosos beneficios a largo plazo para el pueblo Ktunaxa y que aumentó la certeza en torno al futuro desarrollo de la minería sustentable en la región. Abarcando aproximadamente 40 años y nuestras cinco operaciones de nuestras operaciones de carbón siderúrgico en la región del valle Elk de Columbia Británica, se trata de uno de los acuerdos más completos de su tipo suscritos en Canadá.

Los Iñupiat

Cuando el pueblo Iñupiat de Alaska sirve una cena tradicional, realmente es suficiente para alimentar a una aldea. La caza de un animal beneficia a todos los miembros de la comunidad, ya que la carne se comparte entre parientes y amigos Iñupiat tanto cercanos como lejanos. 

La generosidad se extiende más allá de cómo se comparte el alimento, según Christina Westlake de los Ancianos Iñupiat, y su esposo Larry Westlake, Sr., quienes viven en Kiana, una aldea en la región de Northwest Arctic de Alaska. 

“Creo que todavía existen algunas características Iñupiat en la mayoría de nosotros; lo veo en nuestros hijos. Ellos tienen esa concepción de nuestra cultura arraigada profundamente en su interior”, afirma ella. “Aún se comparte mucho; la gente joven todavía entrega su primera captura a los Ancianos de la comunidad y cuando cazan caribúes en el otoño, se aseguran de que la gente que no tiene cazadores en su familia reciban carne para guardar durante el invierno”. 

Larry destina tiempo a asegurar que los métodos tradicionales de caza se transmitan de los Ancianos a la próxima generación. En su calidad de cazadores-recolectores, los Iñupiat continúan dependiendo de la caza y la pesca de subsistencia, capturando morsas, focas, ballenas, osos, caribúes y peces, según la ubicación de sus aldeas, en el interior o en la costa. 

La tierra tradicional de los Iñupiat abarca desde el Norton Sound de Alaska en el mar de Bering hasta la frontera entre Canadá y Estados Unidos. Actualmente, los Iñupiat viven en siete aldeas de Alaska en el Borough de North Slope, once aldeas en el Borough de Northwest Arctic y dieciséis aldeas dentro de la Corporación Regional del Estrecho de Bering (Bering Straits Regional Corporation). 

El destacado investigador Ernest “Tigre” Burch, ya fallecido, atribuía la longevidad del pueblo Iñupiat a su increíble capacidad para trabajar juntos sin importar las circunstancias y Christina no podría estar más de acuerdo con ello. 

“Esa capacidad de reunirse y trabajar como grupo todavía está presente”, comenta ella. “Lo vemos cuando alguien muere en la aldea; no hay una funeraria, de modo que todos nos encargamos de eso. Todas las diferencias se dejan a un lado para favorecer el respeto y la disposición de ayudar a cualquier familia que lo necesite”.

“No sé si esto ocurre en otros lugares, pero probablemente no en la misma medida”, añade Christina. “Está muy arraigado y es verdaderamente sincero. Somos una aldea tan pequeña que una muerte nos afecta a todos”. 
 

Iñupiat en la aldea de Noatak en la zona noroeste de Alaska participan en la pesca tradicional del salmón con red “de arrastre”.​

Los Iñupiat también trabajan juntos para preservar su cultura, aspectos de la cual han disminuido desde el contacto con los europeos, como su idioma tradicional, el inupiaq. Actualmente, una pequeña minoría de los Iñupiat habla el idioma inupiaq, pero el trabajo de revitalización está en curso en sus comunidades. 

Por ejemplo, profesores bilingües comparten el idioma en el ambiente de la sala de clases, pero con tiempo limitado definido aparte del plan de estudios regular, solo se abordan aspectos básicos como el alfabeto, los nombres de animales y la escritura. Los jóvenes rara vez hablan el idioma por sobre el inglés, pero se está haciendo más de un esfuerzo, con tecnologías y conferencias lingüísticas que ayudan a crear oportunidades para que la juventud lo mantenga en primer plano. 

Hoy los Iñupiat en la región de Northwest Arctic de Alaska se reúnen como NANA Regional Corporation Inc., una corporación con fines de lucro con la misión de ofrecer oportunidades económicas a sus más de 14.000 accionistas Iñupiat, y de proteger y aumentar las tierras de NANA, en las cuales se encuentra la mina Red Dog. NANA es una de las 13 corporaciones regionales de propiedad indígena creadas como resultado de la Ley de Liquidación de Reclamaciones de Indígenas de Alaska (Alaska Native Claims Settlement Act, ANCSA) aprobada por el Congreso y promulgada por el Presidente Nixon en 1971.

Larry y Christina están especialmente agradecidos de que su pueblo haya asegurado tierras que eran históricamente terrenos de caza y pesca. Reunirse con seres queridos donde sus ancestros lo hicieron durante siglos es especial. “Estos son los lugares más importantes para nosotros”, agrega Christina. 

Más de 25 años atrás, la operación Red Dog fue desarrollada a través de un innovador acuerdo operativo entre Teck, el operador, y NANA Regional Corporation Inc. (NANA), una corporación indígena de Alaska de propiedad del pueblo Iñupiat de la zona noroeste de Alaska, que es dueño de la tierra. Desde que se inició la extracción, NANA ha recibido aproximadamente 1.530 millones de dólares estadounidenses de la mina, de los que ha retenido aproximadamente 554 millones de dólares estadounidenses. Según las normativas de Alaska, la corporación debe compartir la diferencia con otras entidades indígenas y tribales en el estado. La operación Red Dog es también un importante empleador en el área, que ofrece más de 600 empleos de tiempo completo que apoyan a las familias. Desde 1989, los accionistas de NANA han recibido más de 507 millones de dólares estadounidenses en sueldos por trabajar en Red Dog.

Los Fort Chipewyan Métis

Rara vez se desperdicia algo en un hogar Métis tradicional, donde las trampas y la caza llevan alimentos a la mesa, pero también mantienen un vínculo con una forma de vida que se ha transmitido de generación en generación. 

Gracias a la obtención de ratas almizcleras, zorros, castores o lobos, el pueblo Métis ha vivido de la tierra durante más de 200 años y muchos continúan haciéndolo en comunidades de todo Canadá, lo que incluye los Fort Chipewyan de la zona norte de Alberta. 

“No teníamos poder entonces, de modo que en el otoño mi padre salía a cazar un montón de gansos”, recuerda Fred “Jumbo” Fraser, Presidente de Fort Chipewyan Métis Local 125. “Después de destripar y salar los gansos, tomaba un cordel y los colgaba de la parte superior de la casa. Había 50 gansos colgando en cada casa del pueblo y al llegar Navidad descolgábamos algunos y de ahí a la asadera para la cena”. 

Aunque los congeladores han cambiado la forma de almacenar la comida, la tradición todavía se mantiene en un caserío en la zona norte de Alberta conocido comúnmente como Fort Chip, donde actualmente viven alrededor de 152 Métis, un número que aumenta cuando los familiares llegan de visita de todas partes del país. 



Vista de Fort Chipewyan y el lago Athabasca en la zona norte de Alberta.

El comercio de pieles llevó a los europeos a Fort Chip, que se encuentra en la punta oeste del lago Athabasca, en 1788 cuando se estableció como centro de comercio y recibió su nombre por el pueblo Chipewyan que vivía en los alrededores, el cual se convirtió en cuartel general para el comercio de pieles en el oeste. El asentamiento dio lugar a un mestizaje entre europeos y pueblos indígenas, creando los Fort Chipewyan Métis. 

En la actualidad, ellos transmiten los conocimientos tradicionales a los niños de la comunidad. “No queremos perder lo que tenemos, de modo que nos esforzamos por mantenerlos informados de todas las costumbres Métis”, explica Jumbo. 

Además, como parte de la educación de la próxima generación, se ofrecen programas que enseñan habilidades culturales, como la fabricación de mocasines. 

“Somos los Métis más antiguos en Alberta, de modo que nos aseguramos que los niños no lo olviden”. 

Una tradición de baile

La celebración es emocionante durante los Días de los Métis, cuando los residentes se reúnen para comer y divertirse en la pista de baile, donde el violín anima el baile en cuadrillas o giga: una combinación de juego de pies de las Primeras Naciones de las Llanuras y de formas de baile escocesas, irlandesas y francocanadienses. 

Escuche atentamente a los ancianos hablar “michif”, el idioma Métis, y quizás oiga elementos familiares; es principalmente una combinación de cree y francés, que también toma prestado del inglés y otros idiomas indígenas, lo que incluye el ojibwa. 

Jumbo, que ha sido Presidente de los Fort Chipewyan Métis Local 125 durante los últimos 12 años, reconoce que, aunque se agruparon más formalmente varios años atrás, llevó algún tiempo desarrollar la infraestructura de la organización. No hubo disponible financiamiento gubernamental y con limitado acceso a otros fondos, fue difícil crear una base económica estable. 

Jumbo reconoce que su pueblo es extremadamente esforzado y continúa logrando avances a medida que siguen adelante, guiados por un plan estratégico que prioriza sus metas y objetivos. Jumbo añade que gracias a la perseverancia y creencia en su propio legado y en su derecho a ser reconocido (en 2016 los derechos y el estatus de los Métis fueron formalmente reconocidos con una decisión trascendental de la Corte Suprema de Canadá), el pueblo Métis siempre ha sido una sólida nación.

A lo largo de 2016, participamos en negociaciones de acuerdos relativos a nuestro proyecto de arenas petrolíferas Frontier con pueblos indígenas de la región de Athabasca de la zona noreste de Alberta. En 2016, firmamos acuerdos con Fort Chipewyan Métis Local 125, la Primera Nación Fort McKay y Fort McKay Métis. Los acuerdos ofrecen una variedad de beneficios sociales y económicos, y generan oportunidades para un relacionamiento y una comunicación significativos. Los acuerdos también incluyen un marco para elementos como oportunidades de contratación, desarrollo de habilidades y administración ambiental relacionados con el proyecto.

Los Aymaras

Viaje hasta 4.000 metros por encima del nivel del mar en Chile y encontrará a los Aymara, un distintivo grupo indígena cuyo estilo de vestir se ha convertido en parte de su identificación étnica.

Los Aymara se visten tradicionalmente con atuendos brillantes, a menudo con sombreros de hongo, Aguayo (mantas tejidas), grandes faldas-polleras y botas. De igual riqueza que su estilo es su historia de aproximadamente 800 años, la cual ha tenido lugar por todos los Andes en lo que ahora es la zona oeste de Bolivia, la zona sur de Perú y la zona norte de Chile.



Actualmente hay alrededor de tres millones de Aymara viviendo en estos tres países, de los cuales los Aymara chilenos constituyen el grupo más pequeño. Una población de aproximadamente 48.500 viven en comunidades, las que incluyen: Visviri y Laguna del Huasco en la zona norte de Chile; cerca de los ríos Lluta y Azapa en las laderas (Región de Arica y Parinacota); las quebradas de Vitor, Camarones, Camiña, Huatacondo y Chiclla; Pica, Matilla, Mamiña y las pampas del Tamarugal y Quillagua; y también en algunos centros urbanos (Región de Tarapacá).

Muchos miembros del pueblo Aymara han emigrado de las tierras altas hacia la costa, donde ahora vive la mayoría de los Aymara chilenos. Algunos, sin embargo, permanecen en las llanuras altas de la zona norte de Chile, donde llevan un estilo de vida tradicional. Para estas personas, el cuidado de rebaños de llamas y ovejas constituye la base de su actividad económica, al igual que el cuidado de cultivos, como verduras y alfalfa.

Mario Ayavire es un Aymara que vive en la aldea de Queñualito en la quebrada Chiclla cerca de la operación Quebrada Blanca. Él comenzó a criar ganado poco después del nacimiento de su hija Daisy a la que obsequió cinco llamas. “Ellas (las llamas) comenzaron a multiplicarse y es así como me involucré en la crianza de ganado”, explica él.



Mario Ayavire y su hija Daisy, son Aymara que viven en la aldea de Queñualito en la quebrada Chiclla cerca de la operación Quebrada Blanca.

El idioma y la religión andina se consideran partes importantes del legado cultural Aymara, junto con las fiestas y celebraciones de la “Pachamama” (Madre Tierra) y otros santos patronos.

“Una de las costumbres que todavía tenemos en mi familia es el ritual llamado Pawa, donde agradecemos a la lluvia y al pasto para nuestras llamas, y pedimos protección a la Pachamama (Madre Tierra), por medio de una ofrenda”, explica Mario. “Además, celebramos a nuestro santo patrono y realizamos el “floreo” del ganado”.

El “floreo” es una antigua ceremonia que celebra la incorporación de nuevo ganado. El ganado se adorna con flores de hilos multicolores llamados “pompones” con los que los Aymara apelan al mallku o espíritu de la montaña para obtener prosperidad gracias a una mayor procreación de los rebaños.

Para Mario y su familia, la colaboración con Teck ha brindado beneficios positivos como el acceso a la electricidad, al agua potable y a la atención médica y veterinaria, todo lo cual era anteriormente difícil de obtener en lo alto de las montañas chilenas.

Además de la relación cercana y permanente de Teck con los Aymara de la comunidad Chiclla cerca de la operación Quebrada Blanca, ambas partes implementaron un plan de desarrollo para el ganado, para cuidar el ganado en el área. Este plan es un programa innovador que monitorea las rutas de las llamas en el área montañosa utilizando tecnología GPS, lo que brinda información sobre sus movimientos en relación con las áreas de pastoreo y los cursos de agua. Estos datos se utilizan para evaluar la calidad de los bofedales y el valor nutricional que ofrecen a las llamas, lo que conduce a una mejor comercialización del ganado Aymara.

Gracias

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Muchas gracias a las personas que contribuyeron y participaron en esta edición de Connect:

Craig Bell, Comprador, oficina de Sparwood; Barbara Brice, Generalista Sénior de Recursos Humanos, mina Pend Oreille; Pamela Chait, Gerenta, Asuntos Corporativos, oficina de Santiago; Vesta Filipchuk, Gerenta, Relaciones Comunitarias, Exploración de Norteamérica, oficina de Vancouver; Norman Fraser, Líder, Iniciativas para Pueblos Indígenas, oficina de Sparwood; Carly Hoogeveen, Coordinadora, Relaciones Comunitarias, oficina de Calgary; Bruce Howard, Superintendente Ambiental, mina Pend Oreille; Tony Kalma, Relaciones Comunitarias, Líder Regional, Exploración, Australia, oficina de West Perth; Heather Lawrence, Gerenta, Asuntos Indígenas, oficina de Vancouver; José Luis González, Coordinador, Desarrollo Comunitario, operación Quebrada Blanca; Nicole McLaren, Coordinadora, Asuntos Indígenas, oficina de Vancouver; Neil Rayner, Líder, Asuntos Indígenas, oficina de Vancouver; Sheila Ryles, Especialista en Comunicaciones de Marketing, Servicios Técnicos, oficina de Toronto; Jason Smith, Superintendente, Recursos Humanos, operación Greenhills; Verna Westlake, Coordinadora de Relaciones Comunitarias, operación Red Dog

En la portada

Maggie Dunleavy, Personal de Planta de Bodega, Operación Red Dog

Red Dog se desarrolló conforme a un innovador acuerdo operativo entre el propietario de la tierra NANA, una corporación regional de propiedad indígena de Alaska, y Teck. Durante más de 25 años, Red Dog y los habitantes de la región de Northwest Arctic de Alaska han trabajado juntos para crear empleos y oportunidades en la región.

 

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